A veces pienso que no hay silla más caliente en este país que la del entrenador de la Selección. Silla a la que muchas veces se le exige más que a la de propio Presidente. Y tiene una cierta lógica. Todos nos sentimos entrenadores, todos decimos saber de futbol, pero no creo que el ego nos dé como para creer que tenemos el conocimiento, las herramientas y la preparación para darle rumbo a toda una nación.