Estaba con una amiga comiendo unas exquisitas flores de calabaza ($195) en tempura, rellenas de queso trufado, cuando no se aguantó más y comenzó a desahogarse. Fíjense que a su queridito se le pasaron las copas en una cena y se fue de boca; se puso de lo más impertinente. Ella, por supuesto, estaba molestísima, menos mal que nos encontrábamos en un muy agradable lugar, de esos perfectos para quejarse del marido y disfrutar una buena comilona.