OPINIÓN

Para entender el populismo

Isabel Turrent EN REFORMA

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La retórica de la postverdad de aquellos líderes populistas que enarbolan una sarta de mentiras para llegar al poder o mantenerse en él es, a primera vista, caótica. Cada uno de esos líderes parece buscar soluciones propias a problemas diferentes. En las últimas semanas, Trump trató de disfrazar como un triunfo diplomático uno de los peores errores de su gobierno: el abandono de los kurdos -aliados tradicionales de Estados Unidos- a su suerte. En Polonia, Jaroslaw Kaczynski, cabeza del partido populista Ley y Justicia, usó los muchos medios de comunicación que controla para convencer a los polacos de que la mayor amenaza para la supervivencia del país es la comunidad lésbico-gay. En Gran Bretaña, el gobierno de Boris Johnson se empeñó en disfrazar un acuerdo de última hora, lleno de huecos, con la Unión Europea como la receta perfecta para solucionar el dilema de Brexit. Y en México, López Obrador ha adoptado, de plano, un "doble lenguaje" -el doublespeak orwelliano- donde las manifestaciones de oposición son "provocaciones"; los ataques del crimen organizado son "lamentables accidentes"; aplicar la ley es "represión", y la violencia legítima que el Estado debe usar para garantizar la seguridad de sus gobernados es una idea "conservadora". En horas, convirtió un operativo militar fallido, que hundió a Culiacán en la violencia y culminó en el triunfo del narco sobre el Estado, en una "operación humanitaria".