OPINIÓN

Paganos

DE POLÍTICA Y COSAS PEORES / Catón EN REFORMA

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"¿Eres niño o niña?". Tal pregunta le hizo Tonito a Rosilita en el lenguaje de los bebés. Juntos estaban en la misma cuna con Pepito. Los tres tenían unos cuantos meses de nacidos. Contestó Rosilita: "Soy niña. Lo sé porque traigo calcetincitos de color de rosa". Declaró Tonito: "Yo soy niño. Lo sé porque traigo calcetincitos de color azul". Pepito no decía nada. Rosilita le preguntó: "Y tú ¿eres niño o niña?". "No lo sé -respondió Pepito-. En la entrepierna tengo unas cosas tan grandes que no me dejan ver si traigo calcetincitos azules o de color de rosa"... No falto a la buena educación si digo que don Crásido era enormemente gordo. ¿A qué se debía su obesidad? La respuesta es fácil: comía demasiado. En un restorán pidió una torta de huevo con chorizo, una de jamón con aguacate, una de pierna, otra de milanesa, unos tacos de pollo, otros de chicharrón y unos más de tinga poblana, con una orden de quesadillas, otra de sopes y una más de tostadas. El mesero le preguntó, asombrado: "Y de tomar, señor, ¿qué le traigo?". Después de pensar un poco le indicó don Crásido: "De tomar tráeme un pozole". Con esa forma de comer -de devorar, más bien- ya se entenderá la exagerada gordura del señor. Su esposa fue a ver a un médico y le dijo que por gozar los placeres de la mesa su marido había olvidado ya los de la cama. Jamás le hacía el amor. El facultativo le recomendó: "Sométalo a una dieta rigurosa". "Uh, doctor -dudó la señora-. Si bien comido no me hace nada, hambreado menos me va a hacer"... El joven Diminucio casó con Florimelia. La noche de las bodas se presentó ante ella luciendo la bata de cretona verde que para el efecto le había confeccionado su mamá en la Singer. Dejó caer la prenda y le dijo a su desposada: "Mira: king size". Lo vio ella y comentó: "Te refieres a la cama, ¿verdad?"... El padre Cíngulo fue a evangelizar a los nativos de las Islas Adánicas, en los Mares del Sur. Les llevó la buena nueva. La buena nueva consistía en anunciarles la existencia del demonio, del infierno y de un riguroso Juez Supremo que castigaba a sus hijos con la condenación eterna. Los pobres paganos vivían en la ignorancia de esas estupendas noticias. Su existencia era edénica: comían los frutos de la tierra y los peces que les daba el mar; gozosamente hacían el amor; cantaban y bailaban con alegría. ¡Infelices! Vivían en el más oscuro paganismo. El padre Cíngulo hizo una solemne ceremonia. Reunió a todos los habitantes de las islas y en un solo acto los bautizó, los confirmó, les dio la primera comunión y los casó. No hubo banquete, pues era día de ayuno y abstinencia. Al día siguiente el sacerdote le preguntó a una de las isleñas cuál de los actos le había gustado más: el del bautizo, el de la confirmación, el de la primera comunión o el del matrimonio. Contestó ella: "El que más nos gustó a las mujeres fue el del matrimonio. Todas agarramos viejo nuevo"... Aquel señor se preocupaba porque su hija, muchacha en edad de merecer, estaba sola con su novio en la sala de su casa, y no se oían voces de conversación. Le pidió a su mujer: "Espera unos 5 minutos y luego ve con ellos". "Ay, Severio -lo amonestó la esposa-. Recuerda cuando tú y yo éramos novios". "¡Entonces ve ahora mismo!" -exclamó lleno de sobresalto el señor... El manager de un equipo de beisbol le informó al dueño de la organización: "Voy a contratar un nuevo pitcher. Tengo dos prospectos: uno tira puras bolas altas; el otro lanza únicamente bolas bajas". Preguntó el dueño del equipo: "¿Y a cuál de los dos vas a contratar?". "Al Jirafo" -dijo el mánager. "¿Cuál es ése?" -se extrañó el propietario. Respondió el manejador: "El de las bolas altas"... FIN.