Todos los días, sin menospreciar fines de semana, López Obrador regala un dislate para la comidilla en redes y portadas. La mayoría de las veces no pasa de ahí, son ocurrencias que se instalan como tendencias promovidas por sus seguidores o denostadas por sus detractores. Polarización pura. Pero otras veces sus dichos lastiman, afectan a terceros o implican cuestiones importantes de estado.