OPINIÓN

Orwell y los moralistas

ANDAR Y VER / Jesús Silva-Herzog Márquez EN REFORMA

3 MIN 00 SEG

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No hace falta mucha imaginación para anticipar la furia de los futuros canceladores. La gran escritora, el científico o el pintor admirado, la activista de las causas más nobles terminarán siendo los personajes abominables a los que debe condenarse al olvido o a la persecución. Leer sus libros, maravillarse ante sus cuadros, celebrar sus contribuciones será visto por el inquisidor del mañana como un acto de complicidad con palabras, conductas o valores que serán inaceptables mañana. Se podrá conceder que la poeta escribió libros extraordinarios, que recibió todos los premios posibles, pero se pondrá una advertencia en la cubierta de sus libros: esta escritora comía carne. Se escucharán a los inquisidores diciendo que quien lea sus libros es cómplice del sufrimiento de miles de seres inocentes que murieron en centros de tortura. Cuando en un futuro se organice la exposición del gran pintor de nuestro tiempo, aparecerán los perseguidores exhibiendo la fotografía del artista paseándose en su coche. En pleno siglo XXI, sabiendo lo que estaba pasando con el clima, el pintor que acertaba en todas las causas del presente fallaba en anticipar la condena del futuro. La posesión de un automóvil privado será vista seguramente como un crimen contra el planeta. El arte de un cochista, dirán en algún momento, debe ser rechazado enfáticamente. No solamente están manchados de muerte los pinceles de ese ecocida, también quienes se deleitan con sus cuadros ignorando el sufrimiento que provocó su vanidosa posesión.