OPINIÓN

Onerosa carga

DE POLÍTICA Y COSAS PEORES / Catón EN REFORMA

3 MIN 30 SEG

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Pelotino y Rania eran socios de un club de nudismo, y en él se veían mucho. Con tal motivo ella le decía insistentemente a él: "Creo que nos estamos viendo demasiado". Y no le faltaba razón. Cierto día él le dijo a ella con emotivo y apasionado acento: "Imposible ocultarlo, Rania: siento un gran amor por ti". Rania, pudorosa a pesar de su membresía en el mencionado club, bajó la mirada y acotó: "Por lo que estoy viendo, lo que sientes por mí es más bien un gran deseo"... Cierta señora viajaba en autobús urbano. Lo de urbano es un decir, pues en él sucedían muchas inurbanidades. La mujer llevaba al lado a su pequeño hijo. Subió al camión un hombre de estatura desmesurada, ventrudo y nalgón, si me es permitido lo de ventrudo. No menos de 15 arrobas pesaba aquel hombrón (una arroba equivale a 11 kilos y medio). Sin darse cuenta se sentó sobre el infeliz chamaco, que desapareció bajo la corpulencia del sujeto. "¡Oiga! -prorrumpió indignada la madre del pequeño-. ¡Se sentó usted sobre mi hijo!". Inquirió con cachaza el mantecudo: "¿Y qué ya se van a bajar?"... A las dos semanas de casados el joven marido le dijo tímidamente a su flamante mujercita: "Lo que sobró del pastel de bodas ya se está acabando, mi amor. ¿Cuándo comeremos otro tipo de alimentos?"... Astatrasio Garrajarra abordó presurosamente un taxi. Se veía que llevaba mucha prisa. Con tartajosa voz le ordenó al taxista: "A mi casa". Pidió el conductor: "Dígame precisamente a dónde va". Respondió con apuro Garrajarra: "Al baño"... Pechina y Nalgara, bailarinas de cabaret, charlaban en su camerino. Comentó Nalgara: "Leí en una revista que las mujeres nos ponemos románticas cuando brilla la luna". "Algunas quizá -replicó Bucolina-. Yo me pongo romántica cuando brilla la lana"... El estudiante hacía un cálculo de distancias. Se volvió hacia una de sus compañeras y le preguntó: "¿Sabes cuánto mide la milla?". Respondió la muchacha: "No la conozco. Pero por lo que veo mide poco". (No le entendí)... Alguna vez alguien hará el estudio de las causas que han motivado el atraso de este país. Con meridiana claridad se verá entonces que en buena parte la falta de progreso se debe a las malas políticas laborales que hemos padecido. El sistema corporativista en que fincó su dominación el PRI hizo de los sindicatos unas agrupaciones fincadas en la corrupción, manejadas por líderes caciquiles y venales. A cambio de la sumisión de los trabajadores el Estado otorgó a algunos gremios ventajas económicas de todo tipo muy por encima de las normales. La burocracia estatal se convirtió en una onerosa carga, lo mismo que los sindicatos de electricistas y petroleros. Eso explica la situación de inocultable bancarrota en que se encuentran algunos entes públicos, explica también los problemas que afrontan quienes quieren mejorar la educación de los mexicanos, y explica la empecinada resistencia que mostraron los representantes del antiguo régimen a permitir cualquier cambio o reforma que alterara ese nocivo statu quo. En un sistema económico sano todos los trabajadores tienen obligaciones y derechos según su capacidad y sus méritos. Al ganar para sus agremiados prerrogativas y prebendas indebidas algunos sindicatos dieron lugar a un régimen excepcional que no ha desaparecido y que sigue causando daños al país... Don Cucoldo le dijo, solemne, a su esposa: "Debo hacerte una confesión: estoy viendo a un siquiatra". Replicó ella: "Y yo debo hacerte otra. Estoy viendo a un ingeniero mecánico, un futbolista, un agente de seguros, un repartidor de pizzas, un vendedor de bienes raíces, un luchador y un técnico en computadoras"... FIN.