El maduro señor contrajo matrimonio con la joven y voluptuosa muchacha. A su regreso de la luna de miel el hombre se sintió mal, y acompañado por su exuberante cónyuge fue a consultar al médico. Éste lo examinó y se dio cuenta inmediatamente -sobre todo al ver a la señora- de que el problema del marido era de puro agotamiento. "Dígame, doctor -preguntó el señor, inquieto-. ¿Tengo sobrepeso?". "No -respondió el facultativo-. Tiene usted sobresposa"... Un individuo sospechoso fue llevado ante un investigador policiaco. "Dígame -le preguntó el agente al tipo-. ¿Ha sido usted sometido antes a un interrogatorio?". "A muchos -suspira el sujeto-. Soy casado"... El cachalote joven consultó al más viejo: "¿Las ballenas tienen una cola redondita que les da vueltas cuando van nadando?". Contestó el viejo: "No". "¡Joder! -exclamó consternado el cachalote-. ¡Entonces me follé a un submarino!"... Un minero pasó a mejor vida y llegó a las puertas del Cielo. San Pedro le dijo: "Tienes derecho a entrar, pues los mineros sufren muchas penalidades, y allá en la Tierra pagan todas sus culpas. Desgraciadamente no hay lugar ahora en el paraíso. El departamento destinado a los mineros está lleno. Tendrás que esperar hasta que haya un sitio disponible". El minero, ansioso por entrar, le pidió permiso a San Pedro para por lo menos echar una ojeadita al sitio donde estaban sus colegas. San Pedro dio la autorización. Grande fue la sorpresa del apóstol cuando a poco advirtió que todos los mineros salían del Cielo y se dirigían apresuradamente hacia el infierno. Atrás de todos salió el recién llegado. "¿A dónde van tus compañeros?" -le preguntó con asombro San Pedro. Contestó el recién llegado: "Van al infierno. Para que me dejaran sitio aquí en el Cielo les dije que en el infierno se acaba de descubrir oro. Todos van a buscarlo". Dijo San Pedro: "Ingenioso truco. Pero ¿por qué sales tú también?". Respondió el minero: "Porque a lo mejor es cierto"... El cuentecillo me sirve de adecuada ilustración para mostrar el carácter del minero y la naturaleza de la minería. Es ésta una actividad llena de riesgos, por lo que para dedicarse a ella se necesita verdadera vocación (o verdadera necesidad). No cualquiera es minero; las más de las veces se llega a ese oficio -ya se desempeñe en modo artesanal, o a gran escala- por tradición familiar. En lugares donde la actividad minera se había abandonado por agotamiento de las vetas que en ellos se explotaban, el laboreo de las minas se ha reiniciado, bien porque nuevas técnicas permiten el aprovechamiento de riquezas antes inaccesibles, bien porque el precio de tal o cual mineral hace costeables ahora esos trabajos. Parece frase de Perogrullo, pero el laboreo de las minas ha de beneficiar a los mineros. Los propietarios de las minas, o quienes aportan capital para explotarlas, tienen derecho a obtener una ganancia. Pero sucede que quienes extraen los minerales rara vez obtienen una justa retribución por su trabajo, a pesar de los riesgos que cotidianamente afrontan. Ojalá se remedie esa injusta situación. La riqueza de la tierra no es riqueza si no es riqueza para todos... Una señora le preguntó a otra: "¿Es cierto que tu marido es fanático del golf?". "Sí lo es -contestó la señora-. Mira: para que se anime a hacerme el amor tengo que ponerme una banderita ahí"... Un aprendiz de paracaidismo iba a hacer su primer salto. Tembloroso, asustado, se lanzó al vacío. Buscó la anilla para estirar la correa que abría el paracaídas, pero no la halló. Desesperado gritó por el sistema de comunicación con el avión: "¡No encuentro la anilla!". Le indicó el instructor: "Está junto a tus éstos". El muchacho se llevó la mano a la garganta y gritó otra vez con angustiada voz: "¡No está!"... (No le entendí)... FIN
Armando Fuentes Aguirre, "Catón". Nació y vive en Saltillo, Coahuila. Licenciado en Derecho; licenciado en Letras Españolas. Maestro universitario; humorista y humanista. Sus artículos periodísticos se leen en más de un centenar de publicaciones en el País y en el extranjero. Dicta conferencias sobre temas de política, historia y filosofía. Desde 1978 es cronista de la Ciudad de Saltillo. Su mayor orgullo es ser padre de cuatro hijos y abuelo de 13 nietos.