Los tiempos de pandemia no han detenido al delito. La cuarentena ha disminuido la frecuencia de ciertos crímenes (y esto ha bajado la incidencia delictiva). Hasta aquí nada nuevo: si no hay gente caminando por las calles (o hay mucha menos), el robo a transeúnte va a disminuir, si no hay transporte, el robo en transporte público va a caer. Esto es obvio y no está relacionado con ninguna pausa en el crimen, sino más bien con la ausencia de objetivos y oportunidades para aprovecharlos. Pero no hay que olvidar que el delito no se detiene jamás (excepto en el Día de la Madre) y que, si las circunstancias son adversas, se reinventa a sí mismo de manera creativa e inteligente. De hecho, con más rapidez que las autoridades.