El INE fue el personaje del 2022. El árbitro se convirtió en el centro de la disputa política. Durante tres años, el Presidente parecía haberse olvidado de sus viejos rencores. El INE no aparecía entre sus enemigos favoritos. De pronto, en el último tramo del gobierno, se convirtió en el símbolo del régimen que había que aniquilar. El Presidente quiso, primero, descabezar a la institución. Hacer que su consejo general dejara de ser instancia arbitral para convertirse en un instrumento de la mayoría. Careciendo de los votos para decapitar al INE, se propuso arrancarle el esqueleto. Bajo pretexto de austeridad, el propósito era destruir la estructura profesional, la presencia territorial, la experiencia administrativa que ha ido formando a lo largo de los años.
Estudió Derecho en la UNAM y Ciencia Política en la Universidad de Columbia. Es profesor de la Escuela de Gobierno del Tecnológico de Monterrey. Ha publicado El antiguo régimen y la transición en México y La idiotez de lo perfecto. De sus columnas en la sección cultural de Reforma han aparecido dos cuadernos de Andar y ver.