En septiembre de 1930, el entonces Canciller de México, Genaro Estrada Félix, o mejor dicho, su jefe, el entonces Presidente, Pascual Ortiz Rubio, proclamó la que se conoció durante 90 años como la BRÚJULA certera de la diplomacia mexicana: la Doctrina Estrada. La cual esencialmente proclamaba la "NO INTERVENCIÓN" de México en los asuntos de otras naciones, así como la "AUTODETERMINACIÓN DE LOS PUEBLOS", esto es, el derecho de cada país a tener el Gobierno que le pegue la gana.