¿No les da vergüenza a los morenistas destruir el patrimonio político de México después de tantos años de padecer a caudillos, caciques, jefes máximos, dictadores perfectos, tlatoanis mesiánicos, oligarcas y déspotas iluminados, entre tantos otros innombrables? Que quede muy claro: desmantelar al INE no se reduce a extinguir un aparato burocrático. ¡Qué va! Desaparecer al árbitro electoral implica volver a la era de las cavernas, cuando México era "gobernado" de acuerdo a los estados de ánimo de una sola persona, un tirano que presumía aquello de que "quien cuenta los votos gana las elecciones". La importancia del INE va mucho más allá del mero ámbito electoral. ¿Razones? ¿Quién va a invertir sus recursos en un país dirigido por un dictador ciertamente camuflado, que ignora la voluntad política de los ciudadanos y que viola las reglas del juego imprescindibles para crear certeza jurídica de cara a los competidos mercados de capitales? ¿Cómo convivir civilizadamente en México ante la inexistencia de un Estado de derecho para que prevalezca la ley de la selva impuesta por un dictador de acuerdo a sus intereses personales?
Abogado por la UNAM. Dedicado a investigar la verdad oculta de la historia de México, ha escrito 20 novelas históricas y 5 ensayos de diversa naturaleza. Ha impartido conferencias en México y en el extranjero. Es conductor de un programa de televisión y comentarista en distintos medios de radiodifusión. Ha publicado más de 4,000 artículos. Es columnista en el diario Reforma, en El País y en el Chicago Tribune, Hoy, entre otros más.