No me dejarán mentir. Cuántas veces por ansiosos o por exceso de antojo, sacamos la gelatina del refrigerador antes de tiempo. Aún cuando claramente sabemos que no ha cuajado lo suficiente porque es más que evidente que se mueve como si bailara ritmos caribeños en el refractario. Síntoma inequívoco de que todavía no está en su punto.