Marchando rumbo al patíbulo, el reo de mero adelante de la fila volteaba para atrás y les decía a sus cosentenciados: "¡Órale, no empujen!". Eso merito nos dan ganas de gritarle al Fondo Monetario Internacional (FMI), que ni siquiera ha esperado a que se asiente bien a bien el nuevo año para acalambrarnos de susto cuando apenas tomamos el asiento.