Como las carcachas muy correteadas, nuestra economía nomás no arranca. Claramente lo indica la tasa de desempleo, la cual apunta a que estamos aún sangrando empleos y creando más pobres. El INEGI, empleando metodología nueva como para hacer las comparaciones más difíciles, reveló ayer cifras para poner los pelos de punta: de julio a septiembre, la población desocupada fue de 2.8 millones de personas, unas 620 mil más que en el tercer trimestre del año anterior.