Desde fines del siglo XX se ha insistido en políticas públicas para la educación en línea, pero nada logró situarlo tan potentemente como el Covid-19. Programas y proyectos siempre han existido, pero la inmensa mayoría han fracasado por cuestiones administrativas, falta de inclusión, capacitación insuficiente, problemas administrativos y con proveedores, falta de continuidad, etcétera. Si no queremos otro sexenio perdido en educación, debemos poner manos a la obra ya.