Gabriel vive solo en la Ciudad de México, se empezó a sentir mal con dolor abdominal que lo tiró al suelo. Me llama por teléfono a Miami y le digo que debe ir de inmediato al hospital; le da miedo porque ¿qué tal que en el hospital se infecta con coronavirus? Lo convenzo, pide ayuda a Rosalía, una amiga de él; yo llamo a un amigo mío, llaman a una ambulancia. La ambulancia no llega por lo que Rosalía sale a la calle, busca una patrulla y logra que acepten llevar a Gabriel al hospital. Los patrulleros piden que les asegure que no es Covid-19; ya una vez dentro de la patrulla tratan de convencerlo de no ir al hospital porque "se puede infectar allá". Les dice que se le va a "reventar el abdomen" y se va a morir si no va; le advierten que lo llevarán bajo su propio riesgo, que tendrá que bajarse solo y ellos rápido se retirarán.