OPINIÓN

MIRADOR / Armando Fuentes Aguirre EN REFORMA

1 MIN 30 SEG

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"'Yo soy una bella joven que habita en la soledad. Abandoné a mi marido por vivir en libertad. Señor: ¿por casualidad conoce usté a mi marido?'. 'Señora, no sé quién es. Deme una seña y le digo'. 'Mi marido es alto y rubio. Mal parecido no es. En el puño de la mano lleva un letrero en francés'. 'Por las señas que me da, su marido muerto ha sido. En la batalla de Puebla quedó en el campo tendido'. La viuda se contentaba. Sacó el vestido café. Se miraba en los espejos: '¡Qué buena viuda quedé!'. 'Señora, si usted quisiera nos casaríamos los dos, con la voluntad mía y suya y la voluntad de Dios'. 'Señor, yo se lo agradezco, pero eso no puede ser, porque yo tengo un amante, y ya he sido su mujer'. El otro sacó la espada y el pecho le atravesó. 'Traidora, yo soy tu esposo, que de la guerra volvió'. Cuando la joven moría el puño le alcanzó a ver, y un letrero que decía: 'El amor debe ser fiel'. Ya con ésta me despido, con la rosa de un rosal. Se murió la palomita; la mató el águila real".