OPINIÓN

MIRADOR / Armando Fuentes Aguirre EN REFORMA

1 MIN 30 SEG

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-Mi tío Felipe gustaba de conversar conmigo. Era la oveja negra de la familia, y yo tenía algunas pintitas que me hacían comprenderlo. Él hablaba y yo lo oía, motivo por el cual decía a todos que yo era un gran conversador. Cuando se tomaba cuatro o cinco copas de tequila, y yo dos o tres, su charla se hacía fluida e íntima. Una noche me dijo: