OPINIÓN

MIRADOR / Armando Fuentes Aguirre EN REFORMA

1 MIN 30 SEG

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De todos los fantasmas que por la noche ocupan la antigua casa del Potrero, el más fantasmal es el de doña María de Ábrego. Fue en su tiempo la dueña de la hacienda, que heredó de su padre don Lorenzo. Hija única, no casó nunca, pese a que tuvo numerosos pretendientes. Poco agraciada, supo que lo único que los atraía eran sus tierras y ganados, su dinero. Así, se mantuvo célibe. Ni siquiera en un animal -un gato o un perro- puso su cariño. A nadie amó, y por nadie fue amada.