La militarización se ha convertido en un símbolo de múltiples ansiedades. Es algo más o menos parecido a lo que les pasa a los estadounidenses con la frontera. Se relacionan con ella no como algo realmente existente, como un espacio saturado de complejidad, con sus propias lógicas y conflictos, sino como un recurso alegórico, como una pantalla en la que proyectan lo mismo sus agravios que su ignorancia, sus esperanzas o sus inseguridades. Al igual que sucede allá con la disputa sobre la frontera, acá buena parte de la disputa sobre la militarización transcurre entre generalidades y prejuicios, muy desprovista de conocimiento empírico y desestimando distinciones, aprendizajes y evidencia acumulada. Al final, el debate es tan frustrante como la experiencia de tratar de sacar un tornillo barrido: por más vueltas que se le den, nomás no se mueve.
Carlos Bravo Regidor (Ciudad de México, 1977). Estudió Relaciones Internacionales en El Colegio de México e Historia en la Universidad de Chicago. Es profesor-investigador asociado en el Programa de Periodismo del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE).