Mercado negro
DE POLÍTICA Y COSAS PEORES / Catón EN REFORMA
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El severo paterfamilias sorprendió al novio de su hija en el preciso instante en que tenía una mano puesta en el busto de la chica y la otra en uno de sus hemisferios posteriores. "Señor -se justificó el mozalbete-, usted me dijo que tratara a Dulciflor con mucho tacto"... Don Simón Arocha, querido personaje del norte de Coahuila, era hombre de grandes y galanas ocurrencias. Decía, por ejemplo, que nuestro Padre Dios, en su sabiduría infinita, había cometido, sin embargo, cuatro errores muy graves que él no se podía explicar. El primero era el que le dolía más. ¿Cómo podía ser, preguntaba con enojo, que lloviera en el mar y no lloviera nunca en Piedras de Lumbre, su rancho? La segunda equivocación consistía en que Diosito nos puso el chamorro en la parte de atrás de la pierna. Debió habérnoslo puesto por delante. Así nos evitaríamos los dolorosos golpes que a veces nos damos en las espinillas. Puesto atrás el chamorro sólo es bueno para que nos muerdan los perros. El tercer yerro divino fue por omisión. Muy útil habría sido que el Señor nos hubiera dotado de un tercer ojo, éste en el extremo del dedo índice de la mano derecha. De ese modo con sólo alzar el brazo podríamos ver los desfiles aunque llegáramos tarde, y en la misa, al meter la mano al bolsillo para tomar la moneda de la limosna, sacaríamos la de 20 centavos, y no la de un peso. El cuarto desacierto divinal era igualmente inexplicable. A los hombres, cuando envejecemos, se nos caen los dientes. Y los dientes siempre sirven. Debería caérsenos otra cosa, que con los años ya no la necesitamos. A esos cuatro errores me permito añadir otro. En el jardín del Edén el Creador les prohibió a Adán y Eva comer el fruto del Árbol del Bien y del Mal. Fatal equivocación. De la prohibición nació el deseo. Nada es más apetecible que lo prohibido. "En el cercado ajeno provocabas", dice una de las más bellas canciones de Luis Arcaraz, la que se llama "Fruta verde". El hecho de prohibir los llamados vapeadores traerá consigo el afán de conseguirlos en un mercado negro que a los traficantes les dará mayor ganancia. Seguramente no hay ningún país del mundo en el cual un asunto tan nimio como el de esos aparatejos haya sido elevado a rango constitucional, otra muestra del vergonzoso subdesarrollo a que la 4T está llevando a México, y que a incontables mexicanos nos apena lo mismo en lo interno que en el exterior. Risible sería ese aldeano modo de legislar si no fuera tan nocivo para la nación. Llegará el día en que la elección de López Obrador como presidente de la República será considerada uno de los más graves errores cometidos en la moderna historia de México, mayor aún que los inexplicables yerros que don Simón Arocha atribuía al Señor... El maduro y salaz ejecutivo le regaló un broche de esmeraldas a Camilia, joven y curvilínea damisela. "¡Caramba, don Algón! -le dijo ella en tono admirativo-. ¡Usted sí que sabe cómo cruzar la brecha de las generaciones!"... "¡Joder! ¡Fallé el tiro!". Ese sonoro exabrupto salió de labios del cardenal Galissa cuando no acertó a pegarle a la bola en el campo de golf. Sor Bette, que lo acompañaba en el recorrido, le afeó su inurbana exclamación: "No jure así, Eminencia. Mire que puede caerle un rayo celestial". Poco después el purpurado erró de nuevo, y volvió a proferir con iracundia: "¡Joder! ¡Fallé el tiro!". En eso se abrieron las nubes y un rayo bajó de las alturas. Sucedió, sin embargo, que no le cayó al cardenal, sino a sor Bette, de modo que la inocente monja quedó reducida a un montoncito de cenizas. En lo alto se escuchó una majestuosa voz que exclamó airadamente: "¡Joder! ¡Fallé el tiro!"... FIN.
Armando Fuentes Aguirre, "Catón". Nació y vive en Saltillo, Coahuila. Licenciado en Derecho; licenciado en Letras Españolas. Maestro universitario; humorista y humanista. Sus artículos periodísticos se leen en más de un centenar de publicaciones en el País y en el extranjero. Dicta conferencias sobre temas de política, historia y filosofía. Desde 1978 es cronista de la Ciudad de Saltillo. Su mayor orgullo es ser padre de cuatro hijos y abuelo de 13 nietos.
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