Mediocridad en medicina

Llegaba octubre y, con ese mes, el día más difícil de todos. Durante los 25 años que fui profesor del posgrado de Medicina Interna sufrí año con año por ese día. Tenía que seleccionar de entre 200 aspirantes a ocho que ingresarían a la residencia del hospital donde se prepararían para salir como internistas del programa que dirigía.