En el proceso de cocinar es muy importante probar constantemente. Es casi imposible hacerlo bien sin esta sana costumbre. Cuando uno prueba, la pregunta más frecuente es: ¿qué le hace falta? Podría ser picante, acidez, sal, hierbas de olor, la famosa sazón, que le llaman. Pero algunas veces la duda más pertinente podría ser qué le sobra. Esa pregunta no aplica sólo a la cocina, sino a muchas otras disciplinas: a la escritura, la música, el diseño, la arquitectura o el urbanismo, por mencionar algunas. Es frecuente que en un afán de hacer algo extraordinario podamos caer en el exceso, en un esfuerzo que no sólo es innecesario, sino que opaca la propuesta misma y termina por confundir.