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Escuché por primera vez a López Obrador (AMLO) en 1998, cuando él era presidente del Partido de la Revolución Democrática, y desde entonces consideré que sus ideas retrógradas eran un gran freno para el desempeño económico de México. En esa ocasión se dirigió a un grupo de empresarios con un discurso cuyas tesis centrales las sostuvo durante sus varios intentos para llegar a la presidencia, para luego convertirlas en su agenda ya como presidente en funciones.