OPINIÓN

Marcha por obligación

DE POLÍTICA Y COSAS PEORES / Catón EN REFORMA

4 MIN 00 SEG

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Una señora le contó a su amiga: "Mi esposo me dejó para irse con su amante". "¡Qué barbaridad! -se condolió la amiga-. Vayamos a tu casa a ahogar tu tristeza en licor". "No tengo" -dijo la señora. "¿No tienes licor?". "No -aclaró la señora-. No tengo tristeza"... El niñito le comentó a su papá: "Te pareces al avestruz". "¿Por qué dices eso?" -se sorprendió el señor. Explicó el pequeño: "Oí a mi mami decirle al vecino que no se preocupara, que tú te tragas todo"... Tres sujetos que no se conocían entre sí trabaron conversación en el Bar Ahúnda. Dijo el primero: "Yo vivo del café. Tengo cafetales". Declaró el segundo: "Yo vivo de la caña. Tengo cañaverales". Sin mayor explicación manifestó el tercero: "Yo vivo de la conga"... Hay sobra de razón en la conocida frase: lo peor que le puede suceder a un profeta es que sus profecías se cumplan. Lejos estoy de ser yo un profeta. Mis locuras son más módicas. Pero cuando se anunció la marcha en defensa del INE vaticiné ipso facto que López Obrador haría su propia manifestación como respuesta -o venganza- a la de los ciudadanos. A la marcha por convicción opone López la marcha por obligación. Ante la espontánea protesta de los indignados reacciona con un obligado desfile de acarreados. No digo que todos lo sean: entre los que seguramente llenarán el Zócalo habrá algunos -no muchos- que irán al acto movidos por un sincero apego al Caudillo, pero hasta el más ignaro en materia de política sabe que estas demostraciones en favor de AMLO se basan en el acarreo de mexicanos de clase popular que por su pobreza y su ineducación se dejan llevar a donde los lleven a cambio de algún magro condumio y un reducido pago en dinero. Así las cosas, la marcha de auto-apoyo que a sí mismo se organiza el Presidente será mera escenografía, engaño puro y simple, igual al de los tiempos del presidencialismo priista. Bien puede ahorrarse López Obrador el alto costo que para el erario federal y para las finanzas de los estados con gobierno morenista significará esta farsa. ¿Y la austeridad republicana, 'apá?... Se atribuye a la reina Victoria haber dicho a sus damas de confianza que cuando el príncipe consorte se le subía en la cama para ejercer sus derechos de esposo ella cerraba los ojos y se ponía a pensar en Inglaterra hasta que Alberto desfogaba su urgencia de varón. Igual conducta observaba doña Frigidia: al modo de los fisiócratas decimonónicos dejaba hacer y dejaba pasar cuando su esposo don Frustracio le pedía el cumplimiento del débito conyugal. En el curso del acto permanecía, como en "El barbero de Sevilla", de Rossini, fredda ed immobile come una statua. Una noche él le dijo, ya desesperado: "Mujer: nos casamos para toda la vida, pero de vez en cuando debes mostrar alguna"... Dos ricachos, don Argento y don Pecunio, habían bebido más de lo conveniente y entraron en el terreno de las comparaciones. Dijo don Argento: "Mi auto deportivo es mejor que el tuyo en las curvas". Opuso don Pecunio: "No es cierto". Se jactó don Argento: "Mi yate es mejor que el tuyo en alta mar". Rechazó don Pecunio: "No es cierto". Presumió don Argento: "Y pienso que en la cama mi mujer es mejor que la tuya". Replicó don Pecunio: "Eso sí es cierto"... El conejito le propuso matrimonio a la boa. Emocionada, la serpiente le dio un beso a su tibio y suave galán. Al hacerlo su instinto se impuso y se tragó al pretendiente. Se arrepintió al punto, sin embargo. ¿Iba a perder la única posibilidad de casarse que se le había presentado en la vida? Regurgitó entonces al conejito. Salió éste todo mojado y contundido de las fauces de la boa, y exclamó entre jubiloso y asustado: "¡Uta! Si así estuvo el sexo oral ¡cómo irá a estar el conyugal!"... FIN.