Malabarismo emprendedor
Oliver Zazueta
Guadalajara, México (08 mayo 2016) .-00:00 hrs
Esparadrapos de distintos tonos descienden al menos 15 metros del techo al suelo, entre ellos, un cuerpo femenino se retuerce, se funde, se pierde y reaparece, la física es desafiada, mientras como torbellino, la chica se desenreda, desciende y se detiene casi hasta tocar el suelo.
Es un día común y corriente en el estudio de Circo Dragón. Por la mañana, 20 artistas entre acróbatas, malabaristas, cantantes y clowns ensayan sus números, mientras desde afuera, Rodrigo Orellana supervisa los detalles de la práctica.
Desde hace casi cinco años, esta empresa dedicada al montaje de espectáculos circenses se encuentra ubicada en una casona de la Colonia Seattle. Rodrigo, como director general, junto a su pareja, Roberto Ramírez, como director artístico, la fundaron en 2005.
Orellana, hoy de 36 años, siempre tuvo inclinaciones hacia las artes escénicas. Nativo de la Ciudad de México, pero habitante de la Perla Tapatía desde los 6 años, era un infaltable en los coros escolares y los grupos de teatro.
Luego de estudiar artes escénicas durante un año, tras terminar la preparatoria, estudió gimnasia olímpica y acrobacia. Doce años atrás, junto a Roberto, decidió probar suerte en Cancún, donde la producción de espectáculos en los hoteles se estaba convirtiendo en un negocio próspero. Allá, sumado a una compañía, aprendió nuevas suertes: telas, zancos y malabares.
"Aprendimos con artistas de circo retirados. Estuvimos todos los años trabajando diario, con temporadas que no descansábamos ni los domingos", recuerda.
A su retorno a Guadalajara, ya traían un concepto, Dúo Dragón, lo que les permitió subir un video en YouTube con uno de sus actos, "Alas de Dragón". Uno de sus primeros performances fue un espectáculo medieval, el cual, dado la falta de profesionales de circo en la Ciudad, se armó con una chica gimnasta, un joven que conocieron en un semáforo haciendo malabares y algunos aficionados a la capoeira.
La intención de crear y proponer los hizo ahorrar para irse a vivir un par de años a Montreal, por excelencia una ciudad de tradición circense -es la sede del Cirque Du Soleil-, ahí Rodrigo trabajo en un restaurante lavando trastes, o dando clases de circo a niños de primaria al tiempo que perfeccionaba su técnica.
"No pudimos entrar a la escuela de circo por nuestra edad, pero conocimos mucha gente y lugares donde pudimos entrenar de forma particular", explica.
La enfermedad de su abuela y la cara vida en Montreal los hizo regresar a Guadalajara, donde deciden unir fuerzas con la cantante Lula Reyna, quien en ese entonces trabajaba como promotora cultural.
Fue así como comenzaron a tener shows. Lo que siguió fue buscar una casa para montar un estudio para entrenar, así como dar sus primeras clases, retoman entonces el show medieval, ahora con una historia más estructurada y con actos de circo profesional.
"La gente solita se iba inventando historias 'ah, ellos estaban en el Cirque du Soleil', cuando no, estuvimos con maestros que fueron artistas del Soleil. Total que nos hicimos súper famosos y la comunidad de circo nos invitó a varios lados", añade.
Al empezar a ser conocidos, mandan su dossiers y videos a distintos lados, les llega una propuesta de Roma, a la que declinan por falta de dinero, aunque finalmente consiguen que el Golden Circus Festival les pague el viaje.
A su regreso, con el suficiente envión anímico, lo que siguió fue constituir una empresa como la que es hoy, llevaron el proyecto a una incubadora cultural, donde recibieron asesorías de administración, marco legal y planes de negocio.
Actualmente, Circo Dragón cuenta con más de 10 espectáculos, un equipo de promotores y otro administrativo, así como un cuerpo docente para las clases, de hecho, han dado cuatro diplomados con validez oficial y esperan, en enero de 2017, poder arrancar con el área de formación profesional.
"Yo creo que fui rompiendo algunos paradigmas, como el de que el artista ni tiene ni un peso, me sirvió mucho darme cuenta que en Cancún de esto vivía la gente, que había un mercado que lo buscaba, desde el principio, uno de nuestros valores es la dignidad, ofrecer una remuneración justa por el trabajo que estás haciendo, siempre hemos cuidado mucho eso", asegura Orellana.