Cuando conocí a Manuel Bartlett hace 20 años, simpaticé con su postura en contra del plan para privatizar la industria eléctrica. La política del Presidente Ernesto Zedillo y de su Secretario de Energía, Luis Téllez, era contraria al interés nacional. Ellos buscaban, ni más ni menos, rematar todos los activos de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) de manera irreflexiva al mejor (o peor) postor en cuestión de unos meses.