La campaña de Xóchitl Gálvez no ha resuelto sus contradicciones. Sigue siendo una campaña que arranca y se detiene, que da un campanazo y se atasca poco después. No ha logrado cuadrar el sentido de la coalición que la respalda ni formular una propuesta que sea, al mismo tiempo, sensata y atractiva. Lo que conocemos de su plan de gobierno, que no es mucho, es un listado de iniciativas dispersas que no encuentran una cuerda de enlace y que están lejos de presentarle a la ciudadanía un relato seductor. Al terminar la precampaña hizo el bosquejo de tres prioridades que podrían ser la varilla de un discurso coherente, pero no ha construido sobre ellas. Si el régimen hereda mentira, inseguridad y centralización, la opositora debe darle contenido a la alternativa que bosquejó entonces.
Estudió Derecho en la UNAM y Ciencia Política en la Universidad de Columbia. Es profesor de la Escuela de Gobierno del Tecnológico de Monterrey. Ha publicado El antiguo régimen y la transición en México y La idiotez de lo perfecto. De sus columnas en la sección cultural de Reforma han aparecido dos cuadernos de Andar y ver.