No somos capaces de darle vuelta a la página. Nos cuesta un mundo avanzar y cerrar un capítulo. Permanecemos atrapados en las mismas líneas sin avanzar un solo párrafo. Seguir hablando e intentando debatir sobre Javier Hernández, es colocarnos más grilletes en los tobillos. Es lanzarnos a una arena movediza sabiendo que no llegaremos a ningún punto.