Llegar a Ikram
Eduardo Caccia EN REFORMA
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La curiosidad intelectual es un océano impredecible. De pronto llegamos a un autor que no habíamos leído y descubrimos que no pisamos una isla sino un continente. Así me ha sucedido hace unos días, cuando escuché el pensamiento de Ikram Antaki, en una conversación que tuvo con el entrañable Germán Dehesa, sobre las experiencias de ambos en la cercanía de la muerte (poco tiempo atrás, los dos estuvieron al borde de la vida). Era el 22 de marzo del año 2000. Ikram murió 7 meses y 9 días después. Se trata de una conversación amena, matizada por la profundidad severa con la que ella aborda los temas y el humor con el que Germán aderezaba sus argumentos.
Nací arqueólogo sin saberlo. Una cueva remota y oscura confirmó mi vocación: lo mío sería desenterrar significados. Veo cosas y escribo y escarbo. Leo para darme cuenta lo poco que sé de todo. Fundador de Mindcode, ayudo a innovar y entender la conducta del consumidor. Hago preguntas para encontrar respuestas y después tengo más preguntas. Lo mío es caminar en la cueva, encontrar la luz y volver adentro. Al final espero un epitafio corto: Signifiqué.