¿Cómo es posible que la Liga (derecha) de la Decencia y la Pía Sociedad de Sociedades Pías hayan permitido la publicación del chascarrillo que viene al final de esta columna? O se ha perdido toda noción de los valores en que se finca toda buena sociedad o la decadencia de Occidente se ha consumado ya. Las personas con sindéresis y pudicicia deben abstenerse de posar los ojos en esa vitanda narración, pues quedarán inficionados de sicalipsis por el resto de sus vidas. Después no digan que no les dije... El hijo de Babalucas les contó a sus padres que su novia le había dicho que estaba embarazada. "Ten cuidado -le aconsejó la madre-. A lo mejor la criatura no es tuya". Días después la hija soltera del matrimonio salió con la misma novedad: estaba enferma de gustos pasados, o sea encinta, embarazada, en dulce espera. "Ten cuidado -le advirtió Babalucas-. A lo mejor la criatura no es tuya"... Aquel pequeño señor bebía su copa tranquilamente en el Bar Ahúnda, sin meterse con nadie, cuando de pronto se le acercó un toroso tipo, lo tomó por ambos brazos, lo echó por tierra y con manos y rodillas lo dejó sin movimiento. Dijo con orgullo el abusivo baladrón: "Llave china". Sin pronunciar palabra volvió el señorcito a su lugar. No habían pasado tres minutos cuando el hombrón volvió a tomarlo, esta vez por el cuello; le dio dos vueltas en el aire y lo lanzó contra la pared. "Llave coreana" -declaró, jactancioso. No protestó el chaparrito. Regresó en silencio a su sitio en la barra. No había estado ahí un minuto cuando de nueva cuenta lo tomó el belicoso individuo, ahora por el cogote, y después de propinarle tres mamporros lo dejó sin poder moverse torciéndole los brazos y las piernas. "Llave japonesa" -manifestó, pugnaz. Esta vez el pequeño señor ya no volvió a la barra. Salió de la cantina. Todos supusieron que se había cansado de las agresiones del violento jaque, pero a poco regresó y con un instrumento contundente le dio un tremendo golpe en la cabeza al hombre, que rodó al suelo privado de sentido y echando sangre por los nueve orificios naturales de su cuerpo. Se volvió el hombrecito hacia la concurrencia y dijo con una gran sonrisa de satisfacción alzando en alto el tremebundo fierro: "Llave Stilson". (Con esto del empoderamiento femenino ya todas mis lectoras saben lo que es una llave Stilson, pero para los gentiles lectorcitos que no la conocen diré que es una herramienta de tamaño grande sujeta a un mango largo y que sirve para apretar o aflojar otras piezas metálicas)... La trabajadora social entrevistaba a doña Fecundina. "Tengo ocho hijos -le informó la prolífica mujer-. Dos con mi primer marido; dos con el segundo, y los otros cuatro yo solita"... Un par de loritos huastecos iban volando plácidamente cuando sobre ellos pasó rugiendo un jet a gran velocidad. "¡Uta! -exclamó con asombro uno de los cotorritos-. ¡Qué aprisa vuela ese hijo de su madre!". Acotó el otro: "Tú también volarías así si se te fuera quemando el culo"... Doña Panoplia iba a hacer sola un viaje por Francia, y para eso tomó un curso intensivo de francés. A su regreso le preguntó su amiga Gules: "¿Funcionó tu francés?". "Maravillosamente -replicó doña Panoplia-. Y no tuvimos que hablar una sola palabra"... Viene ahora el relato lépero que al principio se anunció. Las personas con repulgos de moralina sírvanse saltarse en la lectura hasta donde dice FIN... Doña Salvina le contó a su amiga Cloris: "Mi marido lo hace de perrito en la cama". "¡Quién lo viera! -exclamó la otra-. ¡Tan travieso!". "No te equivoques -le aclaró la otra-. Lo hace de perrito porque ya es algo mayor, y cuando yo traigo ganas se echa de espaldas en la cama y hace el muertito"... FIN.
Armando Fuentes Aguirre, "Catón". Nació y vive en Saltillo, Coahuila. Licenciado en Derecho; licenciado en Letras Españolas. Maestro universitario; humorista y humanista. Sus artículos periodísticos se leen en más de un centenar de publicaciones en el País y en el extranjero. Dicta conferencias sobre temas de política, historia y filosofía. Desde 1978 es cronista de la Ciudad de Saltillo. Su mayor orgullo es ser padre de cuatro hijos y abuelo de 13 nietos.