Los efectos internacionales de la pandemia del COVID-19 y subsecuentes impactos en la oferta y demanda global han generado por primera vez en décadas significativas rupturas en cadenas globales de valor y rápidos aumentos de precios relativos o inflación. Con la excepción de China -donde las tasas de referencia han disminuido durante 2021-2023- en la mayoría de los países -y liderados por el Departamento del Tesoro en Estados Unidos- las políticas ortodoxas antiinflacionarias se han impuesto, particularmente vía el aumento de las tasas de interés. En EU, por ejemplo, aumentaron rápidamente desde 2022 para llegar a un 5.5% hasta julio de 2023, y explícitamente para "enfriar" el crecimiento económico y particularmente los salarios. Como resultado también se han logrado rápidos efectos: en Estados Unidos, por ejemplo, el Índice de Precios al Consumidor, después de tasas superiores al 9% en junio de 2022, disminuyó en junio de 2023 al 3% y al 4.8% si se excluyen a los alimentos y energía.
Enrique Dussel Peters, Posgrado en Economía, UNAM.