OPINIÓN

Licorice Pizza

ANDAR Y VER / Jesús Silva-Herzog Márquez EN REFORMA

3 MIN 00 SEG

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Licorice Pizza, la novena película de P. T. Anderson, es un homenaje a su barrio y al tiempo de su adolescencia. Regresa a los años setenta para contar la historia de un flechazo. Más que una película del enamoramiento trata de eso: del encantamiento repentino que atrapa a un adolescente y a una mujer muy joven. Anderson, que ha explorado como nadie, las relaciones más torcidas e intensas toca aquí una relación liviana y fresca que no lleva a ningún lado. Una cinta cálida y un poco absurda. La película entra en el sueño de la memoria nebulosa. Parecen mezclarse ahí recuerdos e invención de recuerdos. Podría decirse que la historia, dispersa como lo son las vidas de sus protagonistas, es poco verosímil. Hay persecuciones, piezas musicales, arrestos, campañas electorales.