ANDAR Y VER / Jesús Silva-Herzog Márquez EN REFORMA
3 MIN 00 SEG
Licorice Pizza, la novena película de P. T. Anderson, es un homenaje a su barrio y al tiempo de su adolescencia. Regresa a los años setenta para contar la historia de un flechazo. Más que una película del enamoramiento trata de eso: del encantamiento repentino que atrapa a un adolescente y a una mujer muy joven. Anderson, que ha explorado como nadie, las relaciones más torcidas e intensas toca aquí una relación liviana y fresca que no lleva a ningún lado. Una cinta cálida y un poco absurda. La película entra en el sueño de la memoria nebulosa. Parecen mezclarse ahí recuerdos e invención de recuerdos. Podría decirse que la historia, dispersa como lo son las vidas de sus protagonistas, es poco verosímil. Hay persecuciones, piezas musicales, arrestos, campañas electorales.
Estudió Derecho en la UNAM y Ciencia Política en la Universidad de Columbia. Es profesor de la Escuela de Gobierno del Tecnológico de Monterrey. Ha publicado El antiguo régimen y la transición en México y La idiotez de lo perfecto. De sus columnas en la sección cultural de Reforma han aparecido dos cuadernos de Andar y ver.