OPINIÓN

Libertad: entre poder y redes

Isabel Turrent EN REFORMA

4 MIN 00 SEG

04 mayo 2025

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El fin de la historia, calificó alguna vez Francis Fukuyama a lo que parecía ser el triunfo definitivo de la democracia liberal a fines del siglo XX. Su optimismo estaba bien fundado. Las democracias liberales, con su fe en la ciencia y la razón, en la defensa de la ley y los derechos humanos, y un sistema político de contrapesos institucionales que permitía la alternancia en el poder, habían generado un progreso económico y una estabilidad política sin precedentes. Uno tras otro, los países que habían languidecido bajo el yugo del imperialismo, en todas sus formas, optaron por la democracia en la segunda mitad del siglo XX. Parecía, en efecto, que a pesar de los problemas que arrastraba la democracia -un sistema frágil, que dependía del consenso alrededor de un pacto social que cualquiera podía romper- la humanidad había construido un sistema alérgico a dictadores, que garantizaba el progreso y las libertades.