Volvió a ser el Rayados "marro", "codo" y díscolo, como habitualmente se le dice a aquél que cuida hasta los centavos cuando trae billetes de altísima denominación en los bolsillos. Rayados fue el que no ofrece ni un vaso con limonada fresca a quien toca a la puerta cuando en el jardín tiene frondosos árboles frutales. El que lleva los zapatos viejos a la fiesta para que a los nuevos no se les desgaste la suela de cuero.