Una proporción amplia de la población ha renunciado a su papel de ciudadanos empoderados que vigilan a su gobierno y defienden sus derechos. Prefieren tener fe y esperanza en las intenciones y acciones del Presidente. Una saludable excepción han sido los colectivos feministas. Estos han sabido luchar por sus derechos y reivindicaciones. Lo han hecho sin tener como eje la actual polarización de estar con López Obrador o contra él. Su manifestación pública puede significar una lección de ciudadanía en la medida que no bailan al son que les toquen en las mañaneras.