El sábado reciente La Jornada publicó una carta de los escritores David Huerta y Verónica Murguía. Responden a Marx Arriaga, director general de Bibliotecas del gobierno federal, quien comentó que la última dotación al acervo había sido en el 2012, "muchas veces con cierta carga ideológica, porque había textos de Héctor Aguilar Camín y Enrique Krauze". Transcribo el núcleo de la carta, porque merece la máxima difusión. "Hemos leído los libros de esos dos autores y tenemos nuestra opinión sobre ellos; pero eso no es lo importante: lo importante son las insinuaciones sobre la supuesta inconveniencia de esa 'carga ideológica' en algunos 'textos'. Eso apunta directamente a las vocaciones centrales de los censores e inquisidores de cualquier tiempo y lugar: la persecución y represión del pensamiento libre, incluido, naturalmente, el pensamiento de quienes no piensan como los gobernantes. (...) (R)esulta siniestra la vocación fascistoide de las declaraciones de Arriaga, un funcionario que traiciona la esencia del trabajo de un auténtico bibliotecario: velar por los libros y por el conocimiento, incluidos los 'textos' con cuyas ideas no comulga".
Estudió Derecho en la UNAM y Ciencia Política en la Universidad de Columbia. Es profesor de la Escuela de Gobierno del Tecnológico de Monterrey. Ha publicado El antiguo régimen y la transición en México y La idiotez de lo perfecto. De sus columnas en la sección cultural de Reforma han aparecido dos cuadernos de Andar y ver.