OPINIÓN

Las playas de Agnès

ANDAR Y VER / Jesús Silva-Herzog Márquez EN REFORMA

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Cuando nació su segundo hijo, la cineasta Agnès Varda inventó un proyecto para estar cerca del bebé. Saldría a la calle, a su calle para documentar las aventuras del vecindario. Cámara en mano, filmó el ecosistema de su cuadra. Las tiendas, los cafecitos, la panadería, el taller de acordeones, la ferretería. Los protagonistas de la película son sus vecinos: el que vende perfumes, la pareja recién casada, los ancianos, el peluquero, el sastre. Su voz se escucha celebrando la maravilla de las rutinas. "Cada mañana se levanta el telón del teatro de lo cotidiano". Para no incomodar demasiado, avisó a los vecinos que usaría su propia corriente. No se colgaría de la luz de nadie. De ese modo, un cable de 90 metros definiría el alcance de su expedición diaria. Daguerrotipos, aquel proyecto de 1975, capturaba a la perfección el espíritu creativo de la artista que acaba de morir, a los 90 años. La magia de lo cotidiano.