OPINIÓN

Las lágrimas de Morelos

LA OTRA HISTORIA DE MÉXICO / Catón EN REFORMA

Icono para compartir en redesIcono para compartir en redesIcono para compartir en redesIcono para compartir en redesIcono para compartir en redes
Rigurosa fue la sentencia que la justicia civil y militar hizo caer sobre Morelos. Multiplicó el caudillo sus manifestaciones de arrepentimiento y su intención de coadyuvar a la extinción de la lucha insurgente si la vida le era perdonada. Cuando los jueces le reprocharon las muertes y destrucción de bienes que había causado con sus guerras, dijo que "estos eran los efectos necesarios de todas las revoluciones, pero que cuando entró en ella no creyó que se causasen, y que desengañado de que no era posible conseguir la independencia, así por la diversidad de dictámenes, que no permitía tomar providencias acertadas, como por la falta de recursos y de tino, había pensado pasarse a Nueva Orléans, a Caracas, o, si se le proporcionaba, a la antigua España, para presentarse al Rey, si es que había sido restituido, a pedirle perdón, aprovechando para ello la coyuntura de trasladarse el Congreso a las provincias de Puebla y Veracruz, cuyo pensamiento manifestó a sus dos compañeros en el gobierno".