Han pasado 4 años del inicio de la pandemia y no hemos acabado de identificar y aceptar todo lo que perdimos, más allá de lo obvio. Hablamos de un regreso a la normalidad, cuando en realidad lo que intentamos es crear una nueva. Entenderlo es doloroso y requiere un profundo trabajo tanto personal, como familiar y social. Además, el día a día nos mantiene enfrascados en dinámicas que hacen difícil pausar para pensar, reflexionar y redirigir el rumbo, de acuerdo a las circunstancias individuales.