Una senadora de Morena ha presentado una iniciativa que pretende terminar con los principios básicos del Estado laico. La propuesta invita a los predicadores a las instituciones públicas. Se pretende poner fin a la separación. De manera enfática, el Presidente se ha distanciado de la propuesta. Es bueno saber que no es una iniciativa presidencial y que no cuenta con su apoyo. Sin embargo, no creo que sea posible rehuir la responsabilidad que tiene el Presidente en la confusión que ha servido de fermento a la propuesta. A decir verdad, la legisladora no hace más que poner en norma lo que el Presidente predica cotidianamente. A él debemos la utilización del discurso religioso en la deliberación democrática, la convocatoria a los predicadores en eventos gubernamentales, el uso político de un relato abiertamente piadoso. Usar la fe, agitar los símbolos religiosos, aliarse con pastores para promover causas políticas. Lo que en Vicente Fox era una frivolidad, en López Obrador es una convicción sellada en el mismísimo nombre de su partido.
Estudió Derecho en la UNAM y Ciencia Política en la Universidad de Columbia. Es profesor de la Escuela de Gobierno del Tecnológico de Monterrey. Ha publicado El antiguo régimen y la transición en México y La idiotez de lo perfecto. De sus columnas en la sección cultural de Reforma han aparecido dos cuadernos de Andar y ver.