Cuando todo indicaba que la 4T constituía un bloque monolítico, una indestructible formación pétrea, algo así como una estructura fabricada de un solo golpe de troquel, salta Ebrard de golpe fuera de la caja, se mueve sin importarle salir o no en la fotografía y abandona, en apariencia, las posibilidades de pertenecer al carro completo junto con un nutrido grupo de correligionarios. ¿Sí...? El ex canciller se deslinda como si intentara desafiar al gran elector con la ingrávida seguridad de saberse invulnerable ante la UIF, el SAT y la FGR. Hay aves que cruzan el pantano y no se manchan, su plumaje es de esos, intenta manifestar con su conducta retadora ante el Gran Huey Tlatoani del siglo XXI. Ebrard no parece mostrar miedo ante una factible represalia orquestada por el poderoso extorsionador que habita en el palacio de la pureza, desde donde ha chantajeado, con notable éxito, a una cáfila de ex gobernadores de la oposición amenazados de ser privados de la libertad al poder ser acusados de lavado de dinero o de enriquecimiento inexplicable, de no ceder la plaza a los candidatos de Morena. Ebrard afirma con su actitud, por la vía de los hechos, no tener un muerto escondido en el closet, de ahí su valentía...
Abogado por la UNAM. Dedicado a investigar la verdad oculta de la historia de México, ha escrito 20 novelas históricas y 5 ensayos de diversa naturaleza. Ha impartido conferencias en México y en el extranjero. Es conductor de un programa de televisión y comentarista en distintos medios de radiodifusión. Ha publicado más de 4,000 artículos. Es columnista en el diario Reforma, en El País y en el Chicago Tribune, Hoy, entre otros más.