Mi primer maestro y a quien dedico este artículo fue mi padre, uno de los mejores pediatras que he conocido. Siendo el primero de 5 hijos, acostumbraba a acompañar a mi papá los fines de semana a sus consultas domiciliarias. Recuerdo una tarde en la que tuvo 3 visitas, yo le cargaba el maletín y observaba mientras revisaba al pequeño enfermo, le pasaba el otoscopio, el estetoscopio, el recetario y me sentía como un asistente de medicina.