Los partidos políticos existen, dice la teoría, para competir por el poder. Pero ¿qué pasa cuando un partido se vuelve tan fuerte que sus opositores tienen muy escasa probabilidad de derrotarlo? ¿Qué sucede cuando un partido gana y gana elecciones, no tanto porque haga trampa durante la campaña o manipule los resultados de la votación, sino por la voluntad reiteradamente mayoritaria del electorado? ¿Es posible sostener que hay democracia cuando existe poca competencia? Por supuesto que sí. Democracias con un sistema de partido predominante han existido, por ejemplo, en Italia con la democracia cristiana entre 1946 y 1994, en India con el Congreso Nacional Indio entre 1947 y 1977, o en Japón con el partido Liberal Democrático entre 1955 y 1993. ¿Está México en vías de convertirse, con Morena, en otro de esos ejemplos? Es demasiado pronto para afirmarlo. Normalmente, el umbral mínimo para considerar la existencia de un sistema de partido predominante suelen ser al menos cuatro legislaturas consecutivas con mayoría de un mismo partido. A nivel federal, Morena lleva apenas solo dos, la LXIV (2018-2021) y la LXV (2021-2024).
Carlos Bravo Regidor (Ciudad de México, 1977). Estudió Relaciones Internacionales en El Colegio de México e Historia en la Universidad de Chicago. Es profesor-investigador asociado en el Programa de Periodismo del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE).