OPINIÓN

LA OTRA HISTORIA DE MÉXICO / Catón EN REFORMA

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El padre y el hijo. Sigamos con el cuestionamiento el que el padre Navarrete le hizo a José González, que intentó matar a Obregón. "-Dime José ¿Conociste al padre Bergoend, y qué opinión te formaste de él y si perduró ésta? "-Al padre Bergoend lo conocí en 1924 cuando vino de México a Guadalajara a presidir una asamblea que se efectuó en la casa de la calle de Zaragoza, pero no lo traté sino muy ligeramente. Y cuando Carlos Blanco me pidió lo llevara en mi automóvil hasta las juntas para su regreso a México, en el camino tuve oportunidad de platicar con él y esa fue la primera vez que vi al padre Bergoend. Más adelante en la ciudad de México, en 1926, tuve más trato con él en los círculos de estudios de esa capital. "-Pero te preguntaba que si el padre Bergoend en su modo de tratar, su conversación, o en general, te fue simpático. "-Realmente a primera vista era atrayente, simpático, aún sin tratarlo, pero al intimar se sentía mucho más cariño y respeto hacia él. Tenía un aire paternal muy atractivo. Desde luego notaba uno que era el tipo de hombre de cultura refinada y modales exquisitos. Relucía en él una característica peculiar y es que a pesar de su acento francés al hablar el castellano nunca llegaba uno a tener la impresión de que estaba hablando con un extranjero. Desde las primeras frases, sobre todo cuando trataba con jóvenes, daba a entender que los mexicanos le éramos altamente agradables, y mostraba por nuestros problemas nacionales un interés que lo identificaba con nosotros como si fuera un mexicano nativo. En todo el tiempo que lo tratamos los muchachos de la A.C.J.M. en nuestros centros, no recuerdo que haya habido una sola excepción; sino que todos nosotros lo quisimos al par que a nuestros mejores amigos que tuvimos tantos entre los sacerdotes mexicanos de origen."-José: ¿conociste por aquella época a René Capistrán Garza? "-Allá por el año de 1925 conocí a René, cuando vino a Guadalajara a recabar fondos para la incipiente Liga de la Libertad Religiosa. Un orador de agallas a la O'Connell, que en el Congreso Eucarístico celebrado en la capital de la República se impuso a unos alborotadores que llevaran la consigna de Morones de no dejarlo hablar. Hicimos una amistad íntima distinguiéndose por su trato amable, gran don de gentes, conversación fluida y amena y sobre todo una sinceridad cordial a toda prueba. Recuerdo que fuimos en esa ocasión a un paseo a Chapala y otros pintorescos alrededores de Guadalajara".