OPINIÓN

LA OTRA HISTORIA DE MÉXICO / Catón EN REFORMA

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Por qué lo mataron.

 

¿Qué fue lo que hizo que los militares traicioneros, unidos al malvado embajador norteamericano Henry Lane Wilson, terminaran por asesinar al presidente Madero? La respuesta nos la dará la siguiente serie de consideraciones.

Una idea falsa que acerca de Madero han propalado quienes no lo conocen es la que afirma que al gran coahuilense sólo le preocupó el aspecto político de la Revolución, mas no el social. En especial los partidarios de Carranza han difundido esa versión. Don Venustiano, según es bien sabido, no quiso mucho a su paisano.

En un informe a su gobierno Wilson decía que, en los medios financieros y comerciales, entre los extranjeros y la opinión pública en general, crecía la desconfianza hacia Madero por "... los trompetazos inautorizados del nuevo Evangelio de la libertad, y por la tendencia a exagerar los crímenes de los ricos y las privaciones y durezas que las gentes sufren... En estos momentos el gobierno estudia la realización de varias medidas que se asemejan mucho a lo que llamaríamos socialismo de Estado, y que son enteramente inauditas para este pueblo que, por falta de educación y por sus tradiciones hereditarias no entiende nada de las cosas del gobierno, a no ser el poder central y la fuerza...".

Para el embajador americano, pues, Madero era peligroso e indigno de confianza porque estaba del lado de los pobres y porque había establecido un régimen de libertad en un país que sólo podía gobernarse por un poder absoluto y desde el centro.

Doña Sara Pérez de Madero siempre culpó a Wilson por la muerte de su esposo. El tortuoso embajador le dijo en cierta ocasión lo siguiente:

-Seré franco con usted. La caída de su esposo se debe a que nunca consultó conmigo. Nunca pidió mi consejo.

Es decir, Wilson quería que el presidente mexicano recibiera órdenes de los Estados Unidos.

-Además -añadió Wilson-, bien sabe usted que su esposo tiene ideas muy peculiares.

-No son ideas peculiares, señor embajador -respondió indignada doña Sarita-. Son altos ideales.

"... Otra cosa que recuerdo de nuestra entrevista -sigue diciendo doña Sarita a propósito de aquella ocasión- es que Wilson me dijo que sabía lo que iba a suceder, y que por eso había sugerido que renunciara el presidente Madero. '-Si ya lo sabía usted, ¿por qué no se lo dijo?'. '-No. Decírselo no era buena regla de política, y si se lo hubiera dicho él hubiera tomado sus precauciones para defenderse...".

He aquí el funesto "hilo negro" que cualquiera puede descubrir en la historia de México: la intervención constante de los Estados Unidos en nuestros asuntos internos. En ésas seguimos hasta ahora.