OPINIÓN

LA OTRA HISTORIA DE MÉXICO / Catón EN REFORMA

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Malvados con frac.

El cuerpo diplomático pudo haberle salvado la vida a don Francisco I. Madero. Pero los embajadores, casi con la sola excepción del señor Márquez Sterling, ministro de Cuba, se plegaron a la torva consigna del norteamericano Henry Lane Wilson. Su dejadez fue causa de que Huerta, Félix Díaz y los demás traidores se convirtieran en verdugos de aquel hombre bueno, Madero, cuyas manos "no se mancharon nunca ni con oro ni con sangre...".

Henry Lane Wilson había llamado a los embajadores no para que le ayudaran a salvar la vida de Madero, sino para que le ayudaran a redactar el discurso que diría en el acto en que el cuerpo diplomático daría su reconocimiento al gobierno emanado del cuartelazo contra las instituciones del pueblo mexicano.

¿Qué movió a Wilson a derrocar a Madero? Otra vez "el hilo negro", esa constante intervención de los Estados Unidos en la vida política de México, era el factor determinante en la marcha de los asuntos nacionales.

Don Porfirio, un patriota mexicano a quien la televisión le ha hecho más justicia que la Historia, se enajenó la voluntad de los Estados Unidos, que no encontraron en él al complaciente aliado e incondicional amigo que tuvieron en Juárez. La Historia de México ha sido en buena parte Made in USA, y por lo tanto la historiografía, es decir, el relato de la Historia, ha obedecido al mismo interés, el del poderoso vecino que tenemos al Norte. Dicho de otra manera, los americanos han influido en nuestra historia, y en la forma en que esa historia ha sido relatada. Por eso en ella aparece Juárez como máximo héroe, mayor aún que Hidalgo. Por eso todos aquellos que se han opuesto de una manera u otra al interés de los Estados Unidos salen en nuestra historia como villanos. Agustín de Iturbide, que se negó a vender e los americanos parte de nuestro territorio, aparece como villano a pesar de que es el verdadero autor de nuestra Independencia, y de que es el autor del nombre de México y de la bandera nacional. Villano es también don Lucas Alamán, el hombre que en su tiempo vio con mayor claridad el peligro que el expansionismo norteamericano representaba para México. Por eso es villano también Maximiliano, a quien, si conociéramos la historia verdadera de nuestro país, estimaríamos como a un buen mexicano. Por eso es villano don Porfirio, cuyos restos ni siquiera pueden descansar en su suelo natal y siguen condenados a destierro eterno en un cementerio de París.

Pues bien. Tras la caída de don Porfirio los norteamericanos pensaron que tendrían un presidente débil y obsequioso en Madero, aquel chaparrito un poco chiflado, espiritista, homeópata, vegetariano, de quien se decía que había hecho voto perpetuo de castidad y que por eso no tenía familia con su esposa. Corría el rumor de que los americanos habían ayudado con dinero y armas a los revolucionarios maderistas. Cuando se dieron cuenta de que Madero sería un presidente para los mexicanos, se volvieron contra él.