OPINIÓN

LA OTRA HISTORIA DE MÉXICO / Catón EN REFORMA

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No hay tiempo que perder.

Cuando la gente supo que Madero había caído en manos de sus enemigos pensó sin lugar a dudas que éstos lo asesinarían. La terrible muerte de don Gustavo Madero, que antes de morir fue torturado con crueldad y espantosamente mutilado por sus victimarios, no hacía abrigar ninguna esperanza sobre la suerte que correría el presidente caído.

-¿Ya sabe usted lo que está sucediendo? Fusilaron a "Ojo Parado", y hoy mismo fusilarán también al chaparro.

Don Guillermo Márquez Sterling, embajador de Cuba en México, oyó con asco la cínica conversación de uno de los partidarios de Félix Díaz. Se despidió del individuo sin darle la mano y se dirigió a su embajada. Ahí lo esperaban otros miembros del cuerpo diplomático.

-Señor embajador -le dijo uno con voz llena de angustia-. Por todas partes se oyen rumores de que van a fusilar a don Pancho. Tiene usted que intervenir. No hay tiempo que perder.

Respondió el cubano:

-La iniciativa, por desgracia, le corresponde a Wilson. Es nuestro decano.

-Actúe usted, señor Márquez. La vida de Madero está en peligro.

El embajador de Cuba escribió entonces una nota privada que envió inmediatamente a Wilson:

"... Circulan rumores alarmantes respecto del peligro que corre la vida del señor Francisco I. Madero, presidente de la República Mexicana, derrocado por la revolución y prisionero del señor general Huerta.

"... Inspirado por un sentimiento de humanidad me permito sugerir a Vuestra Excelencia la idea de que el Cuerpo Diplomático, de que Vuestra Excelencia es dignísimo Decano, tomara la honrosa iniciativa de solicitar de los jefes de la revolución medidas rápidas y eficaces tendientes a evitar el sacrificio inútil de la existencia del señor Madero.

"... Me permito rogar a Vuestra Excelencia que disponga del crucero 'Cuba', anclado en el puerto de Veracruz, por si la mejor medida fuese sacar del país al señor Madero, y asimismo que cuente con mis humildes servicios para todo lo relativo a dar asilo al infortunado Presidente preso.

"... Seguro de que participa Vuestra Excelencia del mismo anhelo que yo, propio de hombres nacidos en el suelo de América, reitero a Vuestra Excelencia mi más alta consideración...".

Luego el señor Márquez Sterling fue a la sede de la legación japonesa, donde se había refugiado toda la familia de Madero. Lo recibió, consternado, el padre del apóstol.

-¿Qué le parece, señor ministro? ¡Yo nunca tuve confianza en Huerta! Por favor, sea usted el conducto para hacer llegar al señor Wilson esta carta en que mi esposa y yo pedimos al cuerpo diplomático que intervenga para salvar la vida de nuestro hijo y del señor Pino Suárez.

Sin perder tiempo llevó Márquez Sterling la carta a Wilson. Este la leyó y respondió con tono indiferente:

-Lo que se me pide es imposible. Yo me opongo a que el cuerpo diplomático intervenga en este asunto.

La fría respuesta del embajador yanqui equivalía a una sentencia de muerte contra Madero y Pino Suárez.