Hace más de 50 años que el futbol mexicano nada entre las aguas abiertas de la injusticia. Más de cinco décadas con un formato de competencia que no premia necesariamente al mejor del torneo. La Liguilla desde entonces, y con distintas modalidades, llegó para quedarse provocando un fuerte oleaje a los críticos del sistema y a los románticos que añoran aquellos atardeceres sin mareas bravas.